lunes, 18 de febrero de 2008

¡¡ME VOY A BEBER TU BATIDO!!

La última de las grandes nominadas a los Oscar de este año ya se encuentra en nuestras pantallas. Las cartas se encuentran sobre la mesa, hagan juego señores.
Con independencia del criterio seguido a la hora de traducir el título (el original es “Habrá sangre”. Curioso ver que se conserva “No es país para viejos” y que en esta el traductor se tomó la licencia de bautizarla “Pozos de ambición”) hay cosillas que comentar sobre lo que la crítica llama "la obra maestra de Paul Thomas Anderson", una de las favoritas en la carrera de los Oscars.

La primera sensación al salir de la sala fue lo triste de la ceremonia de este año: ninguna de las candidatas ha tenido una buena carrera en taquilla, prácticamente han pasado desapercibidas por nuestras salas. Quizás ésta y la de los hermanos Coen por el tirón de las nominaciones (y por ver a Bardem, claro) Sólo la categoría al mejor protagonista tiene su interés con cinco grandes actuaciones y actores: George Clooney, Tommy Lee Jones, Viggo Mortensen, Johnny Depp (de cuya actuación ya he hablado post atrás) y Daniel Day–Lewis, protagonista de la cinta que nos ocupa.
¿Protagonista? Al igual que el resto de filmes nominados, “Pozos de ambición” no es más que la interpretación del actor, que el personaje principal alrededor del cual gira todo la historia. Una historia, por cierto, pelín larga.

Y es que, la principal pega de la película es su extensión. Unas dos horas cuarenta minutos a los que se puede meter tranquilamente la tijera y quitar media hora de metraje sin que la película se resienta. ¿Qué les pasa a los directores que, cuando pretenden hacer una gran película, la hacen de gran extensión? ¿Nadie les ha hablado de la diferencia entre cantidad y calidad? Y es que, el amigo Anderson, vuelve a cometer el mismo pecado que cometió en películas como “Punch-drunk love”: interminaaaaaaaables tooooooomas que no hacen mássssssss que decelerarrrr el ritmo de la histoooooooooria.
Daniel Day–Lewis, impecable. Construye (es sabido que prepara sus papeles durante dos años) un personaje egocéntrico y ególatra, en ocasiones muy cercano al carnicero de “Gansters de Nueva York", que mantiene la película hasta el punto de tapar y eclipsar deficiencias y problemas de la película (momentos en los que decae el interés de la trama, planos interminables...) El resto del casting (su hijo, hermano, el iluminado…) no son más que figurantes que lucen en tanto él les deja.
Y el resto de la pelicula, bueno… Digamos que si vas a un multicines y no te motiva ver la interpretación de Daniel Day–Lewis, pide entrada para otra sala.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustan mucho tus críticas, las leo con interés. Te lo digo porque la ausencia de comentarios (que gente más triste en este blog!!!) te pueden hacer pensar lo contrario, pero sigue escribiendo...aunque sea por uno nada más. Están pensadas y elaboradas, que es lo mínimo que se puede pedir. Y son muy amenas.