domingo, 3 de febrero de 2008

MORTADELA CON PAN

Desde mi posición en la lista de numerosos miembros de la generación “mortadelo”, esa que ha crecido empapándose de los tebeos (que no comics) de la editorial bruguera y de ediciones B (y desde el conocimiento que supone el haberlos leído y releído hasta casi gastarles el color), y el haber visto y revisto los intentos de llevarlos a la pequeña y gran pantalla (desde los festivales de los años 70 de los Estudios Vara, “El armario del tiempo”(1971), y la serie de tv para Antena3 (1994), hasta la penúltima versión dirigida por Javier Fesser en 2003 “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”), me encaminé uno de estos sábados apáticos al cine a ver la última de estos personajes.
MORTADELO Y FILEMÓN: Misión salvar la Tierra
Un nuevo intento (sí, intento) de llevar al cine aquello que ni los dibujos animados consiguen captar. Y es que… esta película parece alejarse aún más del universo Ibáñez de lo que supuso la primera entrega.
La primera, si bien supuso un refrescante reflejo de los personajes (prácticamente calcados, sobre todo el superintendente), un constante número de guiños (veánse los inventos del profesor Bacterio o esa adaptación patria de “El Tirano”) y unos cameos geniales (como Rompetechos ¡¡impresionante!! o el bloque del 13 Rue del Percebe) típicos de un fan de la serie, la historia se resentía (una sucesión de guiños, golpes y gags, pero carente de una estructura fuerte que la respaldase)
No obstante, el espíritu de esas historietas estaba ahí captado y reflejado.
Esta segunda, si bien parte supliendo algunas carencias de la primera entrega (como, por ejemplo, una trama a desarrollar desde la primera “viñeta”), adopta muchos recursos y guiños de los tebeos (esa forma de introducir el título, el bocadillo de Bacterio, el perro listillo o, incluso el final) y, en esta sí, Mortadelo se disfraza cada 2x3, aquí se olvida de “mimar” el plato fuerte de la primera: los personajes.
Y no me estoy refiriendo a la apuesta por Edu Soto como Mortadelo, sino a la personalidad y caracteres de los mismos. El tratamiento que se les ha dado es excesivamente cómico, tanto, que, a veces resultan incluso ridículos (por ejemplo, Ofelia y la evolución de su personaje), la aparición de Rompetechos es forzada y carece de la frescura de la primera entrega, y, lo más grave, la pareja protagonista carece de la “química” y de la “chispa” de la primera.
El personaje de Filemón es más cómico que en la primera, y a Mortadelo, por primera vez, se le ve ridículamente vestido (hay que agradecer que se disfrace continuamente) Benito Pocino… ¡no sabes cuánto te echamos de menos!!
Segundo intento… agua. Tendremos que acudir a los tebeos en busca de consuelo.

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