sábado, 23 de febrero de 2008

EL OJO DE SOLBES

Hace unos día pudimos asistir al debate que mantuvieron los responsables del área económica de los dos principales partidos que optan a la victoria en las próximas elecciones generales. Pasando muy por encima del contenido en sí, el debate no fue tal, en tanto en cuanto prescindió de sus elementos básicos definitorios: contienda, lucha y controversia. Todo allí apuntaba a un inmaculado encuentro marcadamente aséptico, con dos señores de pie orquestados por incómodos relojes consumidores de palabras, enmarcados en un entorno de sospechosa blancura; tecnócratas que, moviéndose entre reglas estrictamente televisivas, eran moderados por un impío repartidor de turnos. Todo ha cambiado.
Lo que a mi verdaderamente me ha llamado la atención es el enorme fallo cometido por el PP: enfrentarse en un debate a un tuerto. Más allá de la inflación interanual y las tasas de paro, uno no podía apartar la mirada -terrible ironía- del ojo de Solbes. Ese párpado tan tragicamente cerrado era inspirador de una lástima infinita para los que lo veíamos desde fuera; pero ese mismo párpado, tan certeramente cerrado, fue un arma intimidatoria para Pizarro, al que seguramente nunca debió abandonar la incómoda sensación de tener que rebatir ideas y datos a alguien que te encara con un plañidero guiño perpetuo. Ese ojo seguramente nos enterneció el voto; ese ojo posiblemente ha puesto una mancha en lo que se suponía el inicio de una brillante carrera política; ese ojo, de tan cerrado como estaba, se bastó para confundir y hundir en el paroxismo a un ex-preidente de la CNVM, la CECA y Endesa. Como dice un gran amigo mío, ese día a Pizarro lo miró un tuerto.

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