lunes, 17 de diciembre de 2007

MADURANDO


Bueno, es gerundo, biológico... y una putada.

Pequeños hitos o acontecimientos en la vida inauguran, casi sin daros cuenta, diferentes etapas de nuestra vida. Aunque pudieran (o pudiesen, ¡es imperfecto de subjuntivo, coño! Subjuntivo, ese modo verbal tan denostado. Algún día tendremos que dedicarle un post...) pudieran parecer poco intrascendentes o insignificantes, son estos momentos los que marcan la bienvenida a las fases biológicas de nuestra vida:

- La pérdida de la inmortalidad al caer y ver sangre en las rodillas y temer el escozor del alcohol sobre la herida...
- El despertar de la sexualidad, (nunca mejor dicho), descubierto una mañana a través de unos calzoncillos acartonados...
- El abandono de la adolescencia, cuando pasas de afeitarte por la novedad (y perder de vista el bigote "de cuatro pelos negros") a afeitarte por rutina...
- La madurez a través de esa maldita cana asomándose en la cabellera, o en esos pocos pelos de más que se nos van quedando en el peine...
- La llegada de los 30 al descubrir que no te cierran bien los pantalones, cuando la camisa que vienes usando desde los 18 anda pelín justa, cuando tienes el mismo conocimiento de medicamentos que tu abuela...
Ayer fui testigo, en primera persona, de uno de los momentos que marcan el inicio de una de estas etapas, concretamente, el inicio de mi etapa "pureta".
Como todos los cataclismos, los días anteriores se dejó notar una serie de signos (aparentemente normales) y que, sin saberlo, estaban anunciando la llegada:
Viernes: le dije a mi hermana pequeña, al dejarla en la discoteca: "ten cuidado, comprueba que lo que abren la botella de refresco delante de tí" (al más puro estilo madre)
Sábado: me dijo una chavala "¿¿¿Que todavía vives en casa de tus padres??? Si debes tener unos 32 o 33 años!!!!!"
Y, el domingo.... en una visita al hospital... al entrar en la habitación, me fijé antes en una mujer que en su hija!!!!!!!!!

Triste realidad. Pensamientos libidinosos llegaron a mí ante la contemplación de una mujer de unos cuarenta teniendo también delante a su hija, de unos 20 que estaba francamente bien.
Puede que haya quien interprete esto como, "la edad idónea" en la que "se mira tanto para arriba como para abajo" (¡¡ilusos optimistas!!) El día en el que abandonas el ideal veinteañero... algo ha muerto en el interior, algo ha cambiado...

Compañeros y compañeras...triste es comprobar que Peter Pan se parece más a un pirata que a un niño perdido.
¡¡Tened cuidado!!!
La madurez biológica y sexual espera traicionera asaltaros en cuanquier sitio.

Me voy a comer una galleta para paliar la pena.