domingo, 20 de abril de 2008

MENÚ FUERA DE CARTA, PERO MUY FRESCO

Después de varios meses de ausencia, volvimos a acudir a una sala de cine en busca de algo de entretenimiento.
Teniendo en cuenta la situación tan triste por la que está pasando la cartelera desde la ceremonia de los oscars: la ausenia de propuestas (o alternativas) de interés que motiven para dejarse el jornal en la taquilla, pero con una considerable "sed fílmica", nos aventuramos al multicines en busca de (alg)una película que ver, sabiendo que nos la "jugábamos".
Ni siquiera, ya en la taquilla, tenía claro las opciones. Pero, a pesar del desencanto que me produce la (no me atrevo llamarla "industria") hornada cinematográfica española de los últimos años (como ya, extensamente, expuse en post anteriores), me lancé a por "una de las nuestras": "Fuera de carta".
La crisis incipiente de nuestra economía nacional no aconseja meterse en cualquier sala a lo loco, por lo que (más o menos) ya me había informado de la película: comedia nacional con algunos de los nuevos valores de nuestro cine, popularmente famosos gracias a la pequeña pantalla; director responsable de grandes productos televisivo como "7 vidas" o "Aída". No son malas referencias, la verdad.
Y...
Una experiencia muy satisfactoria. Realmente satisfactoria. Parecía que únicamente el cine fantástico y de terror eran los únicos que tenían algo que decir (o que enseñar, que ya hemos visto el trailer de "Quarantine", el "Rec" americano), que el producto español se había perdido entre la maraña de personalísimas óperas primas y de pastiches intimistas, que aquí solo tenemos Amenábares y Almodóvar, que la comedia nacional desapareció con Berlanga (y Azcona q.e.p.d.), que el humor no sobrevivió a Pajares, Esteso, y que lo remató Torrente.
Pero sí.
Los furtivos latidos que supusieron (la excesivamente valorada) "El otro lado de la cama" y "Días de fútbol", y el gran trabajo de los directores y guionistas de tv (de series españolas como "7 vidas") parecen dar oxígeno a un género, la comedia nacional que, como el "áve fénix" renace de sus cenizas. ¡¡Y con personalidad propia!!
Creíamos que lo único que se nos daba bien era sacar desnudos y escenas de cama con la menor excusa, pero (aparte de eso), si hay algo que se nos da bien, es la capacidad (casi innata) de reirnos de nosotros mismos, de nuestra sombra, de lo más "oscuro" de nosotros mismos. Ya hay muestras de ello a lo largo de la hitoria de nuestra literatura (¿qué es si no El Quijote?)
Berlanga y Azcona fueron auténticos maestros en el arte de reirse de "lo peor" de nosotros mismos. Y ahora, en los albores del siglo XXI, el testigo es recogido por Nacho García Velilla en una desternillante comedia sin pretensiones, sin falsa moral, sin moraleja, donde trabaja en torno a unos personajes a los que envuelve (al igual que en las series que escribe) en situaciones límites, reflejando la sociedad en la que vivimos de una forma tan cómica como mordaz.
Un sólido y cuidado guión y unos personajes bien definidos y trabajados, hicieron las delicias de la sala en las dos horas de proyección.
¿¿Qué más se le puede pedir a una película que disfrutar viéndola??

Sorprendente. Como diría el doctor Frankenstein, el cine español: ¡¡¡¡¡¡Está vivo!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Quijote es un toston.