lunes, 26 de mayo de 2008

DE FRIKIS Y HÉROES (I)

Y al final, se estrenó. Volvimos a disfrutar en la pantalla de uno de los personajes más carismáticos que la industria cinematográfica (USAmérica, cómo no) nos ha regalado. Indiana Jones apareció por “la puerta grande” del cine (Cannes, cómo no), disgustando a la crítica y ofreciendo un espectáculo visual como sólo Lucas y Spielberg saben hacer.
Y tras el estreno lleno del glamour, llegó el que verdaderamente interesa, el que hace caja, el de los seguidores, frikis, fanáticos… que acudimos el jueves en busca de nuestra ansiada ración de Indi.
La película –una vez que arranca– goza de un ritmo equiparable al de las anteriores entregas, Harrison Ford da toda una lección a quienes pensaban que estaba demasiado “madurito” para aventuras, la química con Karen Allen sigue siendo efectiva, y el joven Shia LaBeuf demuestra que es un buen partenaire a la altura de Ford. Y si esto es lo que se busca, esto es lo que la película te ofrece.
Pero, claro, no todo el mundo entra en el cine con las mismas miras, con las mismas expectativas, con la misma ilusión… y los que buscamos algo más nos encontramos con una película que sigue la estela de las películas que imitan la saga indianesca: “La Momia”, “La Búsqueda”
Topamos con un guión bastante limitado (¿qué podía esperarse de David Koepp: “Parque Jurásico”, “Spiderman”, “La habitación del pánico”, “Misión Imposible”…?), un guión que apenas se adentra en unos personajes bastante pobres y planos (valgan como ejemplo esa “mala de todo a 100” y el personaje de John Hurt) y que nos muestran escenas y momentos más que prescindibles: la bomba, la nevera, las escenas con el FBI y con Jim Broadbent (que tampoco es que pinte mucho), el “momento Tarzán”… Y es que, entre escenas para quitar y homenajes a otras películas, nos queda una historia bastante simple, sin apenas giros argumentales, intriga, sorpresas… y que presenta el “misterio de la calavera” de una forma muy enrevesada.
Un guión apenas trabajado, una gran cantidad de secundarios (que convierten una aventura de Indiana Jones, en una excursión por la selva) y que poco aportan (aparte de Hurt, ese Ray “Beowulf” Winstone tampoco aporta nada), una de las bandas sonoras más pobres que se le recuerdan a John Williams (sólo variaciones sobre el tema central), y un abuso del CGI que chirría más de una vez… asolan al seguidor que ha pasado casi 20 años esperando esta aventura.

Y aparte dejamos la pérdida de la trama mística de las anteriores de la saga por esta paranormal digna del otro gran I.J. (Íker Jiménez), en la que, más que estar en contra, me entristece el tratamiento tan excesivamente explícito que se le ha dado, rompiendo desde el principio con el misterio y la intriga que caracteriza la trilogía (y que parece más digno de Mulder y Scully)

Al final queda la sensación de que se podía haber hecho mejor, de que no estamos más que ante una imitación de Indiana Jones, de de haberse llamado “John Barrows y el reino de la calavera de cristal” y a nadie le hubiera sorprendido nada.
No soy el primero en lamentar el terrible papel que viene desempeñando George Lucas en los últimos años: fulminó su saga galáctica con tres episodios y ha vuelto a tirar piedras contra su imperio con esta entrega. Al menos ya nadie puede discutir cual es la peor película de Indiana Jones.

Pecaré de nostálgico... pero es que no hay color.
Qué pena que Spielberg no recuerde cómo hay que acabar una película:


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